Nos encontramos próximos a culminar el año y seguramente, muchos deben estar pensando en el espumante idóneo para celebrar la Navidad, así como la llegada del nuevo año, en compañía de los suyos. Y es que la Navidad, entre otras cosas, es sinónimo de alegría, celebración, fantasía, buenos deseos y, especialmente, de burbujas. Por ello, los vinos espumosos serán los protagonistas de nuestros brindis durante los próximos días.
Sin embargo, ¿conoces el tipo espumante que consumirás?
Es probable que alguna vez hayas bebido champagne y lo hayas confundido con una copa de cava. Y viceversa. Es decir, hayas estado bebiendo cava y terminaste creyendo que era champagne. Si te ha pasado, no te preocupes. Ello suele pasar muy a menudo.
Esto se debe a que ambas bebidas burbujeantes son tipos de vinos espumosos que se elaboran con el conocido “método champenoise” y a simple vista, pueden parecer la misma bebida. Sin embargo, el cava y el champagne no son lo mismo. También tiene diferencias, por lo que preguntarse «cava o champagne» no es absurdo.
El procedimiento de elaboración del vino espumoso fue desarrollado por el monje abad Dom Piérre Perignon en la región francesa de Champagne. Y desde el siglo XVIII, es el método que se utiliza tanto en Francia como en España para hacer champagne y cava.
Este método se basa en una fermentación en dos fases: una primera, en la cuba y la otra, en la propia botella. Tras esta doble fermentación, la bebida debe madurar en estanterías de cavas a temperaturas muy estables donde los pozos caen al cuello de la botella. Cada día, las botellas deben girarse un octavo de vuelta para permitir que los restos de levaduras y azúcares utilizados para la fermentación se diluyan a partes iguales. Tras nueve meses de fermentación como mínimo, se lleva a cabo el proceso de degüelle, donde se expulsan los pozos de levadura y se procede a volver a tapar la botella, dejándola lista para su distribución.
Rivales y amigos sobre una buena mesa o en la carta de un buen restaurante, el champagne y el cava pertenecen a la categoría de los vinos espumosos con más prestigio. Y a pesar de utilizar el mismo sistema de elaboración, existen cuatro grandes motivos que diferencian el champagne del cava.
La principal de las diferencias es que el champagne es francés y proviene de una zona muy concreta: Champaña (nordeste de Francia) y está protegido por una denominación de origen. Es decir, solamente a los que provienen de esta región pueden denominarse champagne. Sin embargo, la palabra champagne se ha convertido en una marca y popularmente le llaman así a los espumosos que provienen de cualquier parte del mundo.
Y en el caso del cava, este no procede de una sola región, sino de todo el territorio español. Formándose así la Región del Cava, constituida actualmente por 159 municipios repartidos por España.
La segunda de las diferencias tiene que ver con el tipo de uva que se emplea para su fabricación. El champagne y el cava suelen conseguir sabores diferentes porque ambos se crean con tres uvas muy arraigadas al terreno.
En el caso del champagne, las variedades principales son la Pinot Noir, Pinot Meunier y Chardonnay. Las tres, en distintas proporciones, aportan sus encantos. Y para el caso del cava, las principales uvas empleadas son las variedades de la Parellada, Xarel·lo y Macabeo, la primera tinta y las segundas, blancas. Asimismo, para la elaboración de los ahora tan famosos rosados, se le añade Trepat.
Ambas zonas de producción poseen un clima distinto, reflejándose en el producto final. En Cataluña, donde se elabora la mayor parte del cava en España, predomina el clima mediterráneo y esto provoca una maduración más rápida de las uvas. Mientras que, en la región de Champagne, gozan de un clima continental, con influencia atlántica, menos moderado, lluvioso y frío que repercute en una mayor acidez y en una maduración más tardía de la uva.
Los suelos de la región de Champagne, donde se elabora el champagne, son suelos ácidos y pobres en sustrato. Por otro lado, los suelos del mediterráneo son calcáreos y arcillosos, perfectos para la elaboración de uva para cava, lo cual permite que no sea necesario añadir azúcar en la segunda fermentación del cava.
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